12 marzo 2024

Manuel Calvo (1816-1904), el indiano que llevó Portugalete a Cuba

  

Benefactor, indiano, político, hacendado, comerciante, marinero, ferretero, empresario... Estos adjetivos, y alguno más, podrían ser atribuidos a Manuel Calvo, el portugalujo que muy joven cruzó el océano para hacer fortuna y lo consiguió, sin olvidar nunca a la Villa que lo vio nacer y que hoy en día sigue reuniendo parte de su legado.

 

Retrato de un hombre del siglo XIX en color sepia
Manuel Calvo Aguirre

 

De Portugalete a La Habana

Manuel Calvo Aguirre (1816-1904) nació en Portugalete, hijo de ondarresa y de marino gallego dedicado al trabajo de guardacostas en el Cantábrico, siguió los pasos de su padre desde muy joven, haciéndose a la mar a la edad de 12 años. Realizó estudios de náutica y una vez acabados, en 1834, se marchó a La Habana en busca de fortuna.

En Cuba encontró trabajo como dependiente de una ferretería, y con el dinero que pudo ahorrar compró una goleta que dedicó a transportar mercancías por la costa. Empezaban a verse sus dotes como empresario, ya que con los beneficios de estos portes pudo crear su propio negocio ferretero. otra empresa que fue fructífera y dio buenos dividendos, con los que Calvo pudo crear una compañía de transportes marítimos llamada Sindicato de Navegación del Sur.

La prosperidad de su economía siguió aumentando, en parte por la contribución que su acaudalada esposa, María Rosario Caballero, aportó al matrimonio. Con el tiempo llegó a ser vicepresidente del consejo de la Compañía Transatlántica en la delegación de Cuba, y junto con el marqués de Comillas contribuyó a la creación del Banco Hispano-Colonial que impulsaba el comercio y la industria en Cuba, Puerto Rico y Filipinas.

 

Hotel de Portugalete, edificio de estilo colonial
El Puente Colgante Boutique Hotel reproduce la antigua casa del indiano   

 

No solo iban aumentando las propiedades del indiano portugalujo en Cuba, a este lado del Atlántico también crecía su patrimonio; adquirió inmuebles en Sevilla y en Portugalete, donde en 1870 compró la primera manzana del Muelle Nuevo con el fin de construir su residencia, que al mismo tempo sería hotel (precedente al actual), café y restaurante.

Llegó la primera guerra por la independencia de Cuba (1868-1878), y Manuel Calvo se posicionó, junto a otros vascos residentes en la isla, del lado del Partido Unión Constitucional, quienes tenían en su argumentario la idea de que Cuba siguiera perteneciendo a España.

En 1880 se abolió la esclavitud en la isla con lo que disminuyó la mano de obra. Las empresas de Manuel Calvo, entre las que se encontraba el ingenio Portugalete, se vieron afectadas, y para subsanar este problema ingresó en la Junta Protectora de la Inmigración en la delegación de Cuba, entidad que se dedicaba a llevar trabajadores a la isla procedentes de la península Ibérica y las Canarias.

Tras el desastre de 1898, en el que España perdió Cuba, Manuel regresó a su Villa natal. Por cuestiones de salud se trasladó a Barcelona, y después a Cádiz, donde murió en 1904. Sus restos fueron llevados al cementerio de Portugalete, donde reposan bajo un monumento funerario que su amigo el marqués de Comillas mandó construir en su memoria.

 

El Ingenio Portugalete, el recuerdo de la Villa en Cuba

Un ingenio azucarero es una hacienda que cuenta con un conjunto de instalaciones industriales dedicadas al procesamiento y transformación de la caña de azúcar con el fin de obtener ron, alcohol, azúcar y otros productos. Destacar que la caña de azúcar no es un cultivo autóctono de América, fue introducido por los europeos, teniendo allí una excelente adaptación.

 

Foto antigua, en blanco y negro, de una hacienda azucarera en Cuba
El ingenio Portugalete, después Central Portugalete, en San José de Lajas

 

El ingenio Portugalete se encontraba en la localidad de San José de Lajas, a unos 31 kilómetros de La Habana, y además de procesar la caña de azúcar también la cultivaba, llevando a cabo el ciclo completo de elaboración, incluida la exportación. Fue fundado en 1862 por Manuel Calvo, quien lo compró cuando era un cafetal, llegando a convertirlo en uno de los mayores ingenios de la isla y en un magnífico impulsor de la economía de la zona.

El Portugalete contaba con 120 kilómetros cuadrados de extensión, y en él trabajaban unos 200 esclavos procedentes de áfrica, que con la abolición de la esclavitud se vieron poco a poco sustituidos por trabajadores canarios, gallegos, vascos y asturianos, si bien muchos de los antiguos esclavos se quedaron en el ingenio, ya con la categoría de trabajadores.

En 1895, durante la tercera guerra de la independencia, la hacienda sufrió un terrible incendio y en 1904, ya fallecido Calvo, fue vendido por sus herederos a la familia del marqués de Comillas. Resulta curioso comentar que en 1905 las técnicas de cultivo y fertilización que se usaban en el ingenio fueron utilizadas por otros productores adquiriendo el nombre de “Fertilizante de fuerza doble para caña de azúcar Portugalete núm. 6”.

Desde 1930 hasta 1949 el ingenio pasó por un período oscuro de quiebras y cambio de dueños, hasta que fue comprado por el senador de la República José Manuel Alemán y Castro. A su muerte, su esposa lo vendió a una compañía de EEUU, y tras el triunfo de la Revolución Cubana en 1959 fue nacionalizado bajo el nombre de Central Liberación. Con la entrada en el siglo XXI el antiguo ingenio Portugalete dejó de funcionar y finalmente fue demolido.

Foto de una calle antigua en Portugalete, actual
Calle Manuel Calvo en Portugalete

 

El legado de Manuel Calvo en la Villa

A pesar de haber pasado la mayor parte de la vida en Cuba y de haber hecho allí fortuna, Manuel Calvo nunca olvidó la localidad donde nació, realizando en Portugalete gran parte de su obra benéfica; un año antes de la muerte de su esposa, en 1886, el matrimonio financió la casi totalidad de la reconstrucción de la torre de Santa María, derruida durante la segunda Guerra Carlista. En 1901 Calvo contribuyó a la creación del Hospital-Asilo San Juan Bautista con la cesión de unos terrenos que eran de su propiedad, también aportó parte del capital del proyecto para el abastecimiento de aguas de Portugalete. 

Y como obra más llamativa, la donación de su casa-hotel a la Villa de Portugalete, de manera que los beneficios que se obtuvieran de su explotación fueran destinados a sufragar la “olla de los pobres”. Para ello se constituyó la fundación que lleva su nombre, creada en 1904 siguiendo los dictados de su testamento y que a día de hoy sigue prestando su labor social adecuada a las necesidades del presente.

Portugalete tampoco ha olvidado a aquel indiano benefactor que llevó el nombre de la Villa hasta Cuba, dedicando una calle a su memoria, en el Muelle Viejo, muy cerca de la que fuera su casa y donde actualmente se levanta el Puente Colgante Boutique Hotel (reproducción del original destruido tras un incendio).

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