Hablar de General Castaños en Portugalete es referirse a la calle que lleva su nombre desde 1861, sin reparar, seguramente, en el personaje histórico que hay detrás. De raíces portugalujas, el General Castaños, ha sido una pieza clave en la construcción de la Europa actual, su victoria en la batalla de Bailén sobre las tropas napoleónicas y sus múltiples cargos políticos en la convulsa España de los siglos XVIII y XIX hicieron que el rumbo de la Historia cambiara radicalmente.
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El general Castaños, I Duque de Bailén |
Militar desde la infancia
Francisco Javier Castaños Aragorri Urioste y Olavide era hijo de padres vascos, pertenecientes a distinguidas familias de la época. Su madre, Mª Concepción Aragorri, procedía de Ainhoa, siendo su padre, Juan Felipe Castaños, natural de Portugalete. A pesar de tener casa en la Villa, la familia apenas residía en la localidad debido a la ocupación del padre, un alto mando militar con importantes cargos en la Administración de la Marina, por lo que no es de extrañar que Francisco Javier naciera en Madrid, el 22 de abril de 1758.
Los lazos familiares a través de sus hermanos y hermanastros, su madre se casó con su padre en segundas nupcias aportando descendencia al matrimonio, le llevaron a estar emparentado con el gobernador de Luisiana, el Capitán General de Cádiz, el embajador de Londres y el gobernador de Cuba, siendo nombrado Castaños, Capitán de Infantería a la edad de 10 años. Este cargo le fue otorgado por Carlos III como agradecimiento a los méritos que a lo largo de su carrera había realizado su padre.
Así, desde tan temprana infancia, comenzó su larga andadura en el ejército, ingresó en el Seminario de Nobles como oficial de corta edad, después en la Academia de Barcelona, y a los 16 años fue destinado al Regimiento Saboya en Cádiz, alcanzando a los 31 el rango de coronel, lo que le valió el mando del Regimiento África con el que luchó en la guerra de los Pirineos en 1793, en la que España y Portugal se enfrentaron a Francia.
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Placa situada en los soportales del ayuntamiento de Portugalete |
Castaños continuó prestando sus servicios en el ejército y sumando ascensos tras luchar en distintas batallas, siendo de destacar su defensa del puerto del Ferrol contra los ingleses en 1800 lo que le valió ser ascendido a teniente general y más tarde, en 1804, el nombramiento de alcalde honorario de Portugalete, concedido por la Villa como reconocimiento a su brillante carrera miliar, a pesar de no poder residir en la localidad debido precisamente a sus ocupaciones castrenses.
Portugalete siguió reconociendo la figura de Castaños en años posteriores, así, le hicieron también hijo predilecto de la Villa, y en 1861, tiempo después de su fallecimiento, le dedicaron la calle que hoy en día continúa teniendo su nombre, y que constituye una de las principales arterias de la localidad.
El portugalujo que venció a Napoleón
En 1808 dio comienzo la Guerra de la Independencia (finalizando en 1814) contra los franceses. El general Castaños, conferido de plenos poderes, recibió el encargo de crear un ejército en Andalucía para cortar el paso a las tropas francesas encabezadas por el general Dupont.
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La Rendición de Bailén |
Castaños urdió un plan consistente en desplazar constantemente a sus tropas para despistar al enemigo, Dupont cayó en el engaño y se dirigió hacia Bailen el 18 de julio de 1808, encontrándose con el ejército del general portugalujo y comenzando ahí mismo la famosísima Batalla de Bailén. Tras largas horas de combate, en un entorno de calor asfixiante en el que la ayuda de los lugareños fue fundamental, suministrando agua y apoyo a los de Castaños, las tropas francesas fueron vencidas, en la que constituyó la primera gran derrota que sufrió Napoleón, aquel histórico 19 de julio.
La guerra aún tardaría años en terminar, el ejército francés se iría replegando hacia el norte y a Napoleón se le fueron complicando las campañas debido a los numerosos frentes que tenía abiertos. Así en 1813 reconoció a Fernando VII como rey de España, permitiéndole regresar desde su cautiverio francés en 1814.
Al lado de Fernando VII e Isabel II
Francisco Javier Castaños se mantuvo fiel a Fernando VII tras su restauración como rey absolutista y contrario a la constitución de 1812, lo que le valió la adjudicación de importantes cargos como el de Capitán General de Cataluña, del que fue destituido en 1820 por el movimiento revolucionario de Barcelona, y el posterior nombramiento de presidente de la Real Junta Consultiva de Gobierno.
En aquellos años Fernando VII no tenía descendencia, por lo que nombró heredero al trono a su hermano Carlos María Isidro. Tras enviudar en 1829, se casó con su sobrina María Cristina de Borbón, unión de la que un año después nació la futura reina Isabel II, el 10 de octubre de 1830. Antes de este nacimiento Fernando VII abolió la ley sálica, existente desde los tiempos de Felipe V, mediante la Pragmática Sanción del 29 de marzo de 1830.
Pero los partidarios de Carlos, aprovechando una enfermedad de Fernando VII, lograron que en 1832 derogara esta ley, volviendo la ley sálica y restituyendo como heredero a Carlos. Recuperado Fernando de sus males, volvió a poner en vigor la Pragmática Sanción, declarando a su hija Isabel como heredera y princesa de Asturias ante unas Cortes de las que el general Castaños era presidente del Consejo de Estado. Estos hechos constituyeron el germen de las Guerras Carlistas.
La fidelidad de Castaños hizo que siguiera recibiendo los favores del rey, de forma que le concedió los títulos de Duque de Bailén y Marqués de Portugalete, este último fue creado para él el 12 de junio de 1833, primero con carácter personal y vitalicio y transformado en hereditario en 1847 por Isabel II. Al no haber tenido hijos el general estos títulos pasaron a manos de los descendientes de su hermana Mª Concepción.
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Busto del General Castaños ya anciano, obra de José Piquer y Duarte |
Finalmente, el rey absolutista murió el 29 de septiembre de 1833, dada la minoría de edad de la heredera se formó un consejo de regencia, en el que la regente fue la reina María Cristina, contando con la presidencia de Castaños de 1837 hasta 1840, después pasaría a ser tutor de la reina Isabel hasta 1844.
Tras una larga vida, a la edad de 94 años, el general Castaños murió en Madrid el 24 de septiembre de 1852. Sus restos estuvieron en el Panteón de Hombres Ilustres (ahora Panteón de España) hasta 1963, fecha en la que fueron traslados a la iglesia de la Encarnación de Bailen, junto a la imagen de la virgen de Zocueca a la que había donado todas sus condecoraciones en 1823.
Gracias por el relato de un personaje historico tan importante cuyo nombre solo lo reconocemos a traves de su calle y no reparamos en el persona que hay detras
ResponderEliminarSi, fue un personaje muy influyente en la época que le tocó vivir.
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