09 enero 2024

San Roque, patrón de Portugalete y protector contra las epidemias

 Las fiestas patronales de Portugalete van siempre unidas a la imagen de ese peregrino, que acompañado por un perrito que lame sus heridas, porta todos los símbolos de quien está haciendo el camino de Santiago. Aunque, paradójicamente, San Roque nunca realizó este camino, sí fue peregrino, pero por otras latitudes. Se tiene constancia de que es patrón de Portugalete desde 1790, si bien en los archivos está reflejado que el 16 de agosto de 1783 tuvieron lugar unos festejos en su honor que incluían feria de ganado y romería. No parece estar constatado que San Roque pasara por Portugalete en su peregrinar, pero sí que su fama llegó hasta la villa a través de quienes se dirigían a Santiago narrando sus milagros.

 

Hombre medieval con una pierna herida y un perrillo a su lado
San Roque nunca hizo el Camino de Santiago, aunque peregrinó a Roma

¿Quién fue este santo tan portugalujo?

En la biografía de San Roque están mezcladas casi a partes iguales lo que fue su vida, la leyenda que le rodea y los milagros que se le atribuyen. No está muy claro, por tanto, como se desarrollaron las distintas etapas de su vida, pero lo que sí es seguro es que el santo patrón de Portugalete no nació en la Villa y jamás estuvo en ella. San Roque vino al mundo en Montpellier, Francia, a mediados del siglo XIV, se dice que sus padres pertenecían a una familia acomodada y que sufrieron mucho hasta que él nació porque no podían tener hijos.

Muy joven quedó huérfano, vendió todos sus bienes, los repartió entre los pobres y siguió la fe de Cristo emprendiendo peregrinación hacia Roma. En la Toscana se hospedó en un hospital en el que había numerosas personas infectadas por la peste, parece ser que él los curaba solo con hacerles la señal de la cruz, aunque es probable que San Roque pudiera haber tenido nociones de medicina aprendidas en su ciudad natal, ya que allí se estudiaba esta ciencia desde el siglo XII.

Tantas curaciones llevó a cabo, y tan intenso era el contacto que tenía con los enfermos, que el propio santo cayó enfermo de este mal. Se cuenta, que para no ser carga de nadie se retiró en soledad a un bosque que estaba a las afueras de la ciudad. Allí le encontró un perrillo que todos los días le lamía las heridas y le llevaba un trozo de pan que sustraía de las alacenas de su dueño. El amo de can, hombre acomodado, siguió un día a su animal para ver que hacía con las hogazas, encontrando que las dejaba junto a un San Roque ya moribundo, el dueño del perro lo llevó a su casa, lo cuidó y lo curó. Además de esta versión referente a la sanación de Roque hay otra que lo atribuye a la aparición de un ángel, mientras que la más extendida es la que dice fueron los lametones del perro los que hicieron que el santo se repusiera totalmente.

Una vez recuperado, San Roque siguió su peregrinación, acompañado esta vez del hombre que le había salvado la vida, pero de camino a Francia fue confundido con algún malhechor, seguramente por el aspecto de pobreza que tenía al pertenecer a la Tercera Orden se los franciscanos, y llevado a prisión, donde permaneció varios años. Se dice que murió en la cárcel hacia 1379 y que un tío suyo, gobernador de Montpellier hizo levantar allí mismo un templo en su honor. 

 

Ermita moderna, muy pequeña, en honor a San Roque
Interior de la actual ermita de San Roque en Portugalete
 

 Canonización y propagación de su devoción

No se sabe dónde podría encontrarse enterrado tan insigne sanador, si bien son varias las ciudades que afirman haber guardado sus restos en algún momento de la Historia; Anguera, Montpellier, Arles y Venecia, siendo los dos últimos lugares de gran veneración a San Roque.

La Iglesia Católica dio pruebas de que Roque había llevado a cabo múltiples sanaciones relacionadas con la peste y otras epidemias y de que fue un hombre que vivió según los cánones de la santidad, por lo que en 1584 el papa Gregorio XIII lo declaró santo, siendo desde entonces considerado abogado ante pestes y otro tipo de epidemias. En Venecia se creó un hospedaje de enfermos en su honor y desde allí la devoción por él se extendió a toda Europa y más tarde a América, siendo muchos los pueblos y ciudades que adoptaron a San Roque como su patrón o que al menos tienen iglesias, altares o ermitas dedicadas a  él.

 

San Roque en Portugalete

A finales del siglo XVI la peste negra causó grandes estragos en Bizkaia, actuando con mayor virulencia en Bilbao y Portugalete, ciudades que al estar dotadas de puerto pudieron actuar como puertas de entrada de la epidemia. Esta enfermedad hizo que por casi todos los pueblos proliferaron ermitas para encomendarse a la protección de San Roque, fundándose en Portugalete una de ellas, seguramente por la influencia de las historias que sobre sus curaciones milagrosas contaban los peregrinos que se dirigían a Santiago.

 

Plaza moderna donde hay un aula para jóvenes y otra para mayores
Complejo Municipal San Roque donde está la actual ermita

 

En plena guerra de la independencia contra los franceses, en 1808, la primera ermita fue destruida a causa de un incendio, pasando a venerarse a San Roque en la del Santo Cristo del Portal, demolida posteriormente.  San Roque, que ha estado representado por distintas imágenes que se han ido perdiendo con el paso de los años, siempre estuvo presente en la vida de la Villa, siendo honrado en distintas ubicaciones. Una de las más conocidas fue la capilla que tuvo en el Ojillo,  que con el paso del tiempo quedó reducida a una pequeña caseta junto a la pared del frontón, y que con la remodelación de la zona también fue derribada.

En el año 2007 se inauguró en la calle Gregorio Uzquiano el llamado Complejo San Roque, que cuenta con un centro de mayores, aula joven, aparcamiento y una ermita de estilo vanguardista donde se venera actualmente la imagen del santo. Esta figura es la misma que se exhibía desde mediados de los años 70 del siglo XX en el lateral del frontón del campo de San Roque. En ella se representa al santo como el peregrino a Santiago que nunca fue y en compañía del perrillo de curó sus heridas.

 

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